Algunas personas me escriben preocupadas cuando les dan marcadores genéticos positivos o con diagnósticos recientes. La actitud de muchos médicos tampoco ayuda, pues rara vez admiten sus limitaciones para ayudarnos con las enfermedades autoinmunes u otras enfermedades crónicas, y lo más frecuente es que, como ya he repetido en esta página web, se olviden de invitarnos a que nos replanteemos nuestros hábitos, condenándonos a la cronicidad y a la resignación de tener que medicarnos para soportar un listado de síntomas que difícilmente dejará de crecer sin un cambio de vida.

Creo que nuestra actitud es decisiva para el pronóstico de lo que esté por llegar. Es normal pasar por fases en las que te inunda el miedo, la incertidumbre, la negación, la ira… Cada persona afronta el golpe según sus circunstancias y su personalidad, pero lo importante es…

¿Qué vas a hacer ahora?


Un diagnóstico, los síntomas, los problemas… Quizás algunos decidan mirar a otro lado (ignorarlos, ocultarlos con pastillas o remedios más o menos naturales) y continuar como si nada. Totalmente lícito, aunque no tengo claro si la mayoría de las personas que continúan por este camino toman esta decisión conscientemente, después de haberse / haber sido informados.

Otros, llegado a ese punto, deciden darse la vuelta hasta la última bifurcación para explorar otros caminos. Y este ejercicio de reflexión, de revisión de nuestros hábitos, de nuestras creencias, de darle la vuelta a todo lo que hemos estado haciendo creyendo que era lo correcto, con humildad, admitiendo que podíamos equivocarnos… creo que ese es un gran punto de partida para intentar dejar atrás etiquetas, malestar e incomodidades.

Revisar qué, cómo, cuándo y por qué comes, cómo y cuánto duermes, a qué horas duermes, cómo, cuánto y dónde te mueves, si te diviertes, cuánto y cómo te diviertes, si te relajas, cada cuánto y cómo… La lista es larga y no vale con centrarse en uno y hacerlo perfecto descuidando los demás.

Un diagnóstico o unos síntomas son señales de alarma «nada más». Que no te paralicen. Involúcrate, muévete, lee, cocina, cambia cosas, cuida, respeta y haz respetar tu espacio y tu tiempo, muévete más, rectifica y aprende de los errores, si te caes te levantas…

¡actúa!

Porque es tu vida.
Y si te ves paralizado… ¡busca ayuda!