Es una pena que no reaccionemos antes, pero a menudo, cuando el malestar nos sobrepasa es cuando nos movilizamos para solucionarlo. Y en ese momento pueden pasar muchas cosas, pero de momento, sólo voy a comentar la que suele ser nuestra primera respuesta: ir al médico.

Ser conscientes de que recuperar la salud no es sólo cosa de médicos, nos haría ganar un tiempo precioso. El bofetón que te llevas cuando la medicina te falla ante un problema crónico y te das cuenta de que prácticamente se limita a paliar tus síntomas, puede llevarte tiempo y ser difícil de digerir.

Algunas personas nunca llegan a pensar en otras “alternativas” (qué pena tener que hablar así) y se resignan porque ya están en manos de sus médicos, que tenemos asumido que es quien cuida de nuestra salud, así, en general.

Para el que es consciente, comienza un camino que como mínimo suele ser frustrante y algunas veces, hasta puede resultar violento ante unos pocos profesionales que se sienten ofendidos por no comulgar o conformarnos con sus tratamientos.

Esto no va de desprestigiar a profesionales sanitarios, sino de reconocer sus limitaciones. ¡Todos las tenemos! El problema es profundo y muy complejo, porque tal y como está conceptualizada la educación, el ejercicio de la medicina y los recursos de los que disponen (especialmente temporales), sencillamente no están preparados para atender como deberían la gran mayoría de las afecciones actuales que encuentran su origen en esta forma de vida que llevamos, tan poco coherente con nuestra fisiología.

¡Bienvenida esta medicina cuando los fármacos son necesarios! Pero en consultas de unos pocos minutos, a veces cada 3, 6 o 12 meses, difícilmente pueden abordarse paralelamente las causas que nos llevaron a buscar ayuda, para intentar revertir la situación.

Me parece inadecuado denominar hoy en día «Sistema de salud» a lo que tenemos, cuando prácticamente toda su actividad gira en torno a la enfermedad. E insisto, es una fracción muy importante, desde luego, pero el sistema está disparatadamente desequilibrado.

Deberíamos dejar de jerarquizar a los profesionales sanitarios, pero es complicado si sólo un pequeño grupo está «accesible» para todos. Las enfermedades suelen ser multifactoriales y según el caso, requieren del trabajo codo con codo con fisios, dietistas, nutricionistas, entrenadores, psicólogos… si lo que queremos realmente es recuperar nuestra salud.

¡Conclusión! No caigas en el error de creer que el médico es el único profesional al que acudir cuando te encuentras mal. Tal y como funciona ahora la sanidad, lo ideal sería llegar a él cuando atender a lo básico haya resultado insuficiente (alimentación, ejercicio físico, atención a la cronobiología, descanso adecuado, buenas relaciones…). Y para trabajar en todos esos básicos, suele ser conveniente tener en cuenta al resto de profesionales, que no por no estar presentes en la seguridad social son secundarios.

  • Si te encuentras mal, no lo dejes y busca ayuda. Incluso si ya hay tratamientos en marcha. ¡No es incompatible!
  • Recuerda que hay más profesionales sanitarios que los médicos de la seguridad social.
  • Si un sanitario no atiende tus necesidades, sigue buscando hasta que te escuchen y sientas que te entiende y respeta tus puntos de vista.
  • Si tu terapeuta es bueno pero no llega porque se requiere una actuación que va más allá de sus competencias, ¡compleméntalo! (¡Ay! el factor económico…)
  • Si crees que ya controlas y que lo haces todo bien pero no acabas de recuperarte, busca ayuda igualmente. (Esto da para otro error crónico. Próximamente).