Insisto con el pescado al vapor y esta vez con las sardinas. Al horno no acabo de pillarles el punto y fritas se me hacen muy pesadas. Hasta el momento, es la forma más cómoda que he encontrado para cocinarlas y comerlas. Pero es que además ¡están buenísimas así! (y más sanas…)
Ingredientes
- 12 sardinas
- 1 tomate
- ½ – 1 diente de ajo
- hierbas y especias que nos gusten (yo usé perejil y un poquito de pimienta blanca)
- aceite de oliva virgen extra prensado en frío
- sal marina sin refinar
Preparación
- Limpiamos bien las sardinas y las cocemos al vapor. Con unos pocos minutos es suficiente, pero dependerá del tamaño de las sardinas, de la cantidad, si están apiladas… Estas eran pocas y bastante pequeñas. Con 5 minutos para mi gusto, tuvieron más que suficiente. Con la punta de un cuchillo probamos a levantar un lomo y si vemos que se despega de la espina con facilidad, ya están listas.
- Las reservamos en una fuente y las dejamos enfriar (mejor sin apilar para que no continúe la cocción).
- Mientras enfrían, podemos ir preparando ajo picado mezclado con aceite y las hierbas y especias que hayamos elegido. Lamentablemente no tengo un triste alféizar donde plantar al menos un poco de perejil, así que en esta ocasión recurrí al perejil seco.
- Una vez frías las sardinas, las introducimos en un recipiente y las cubrimos con el aceite con ajo, hierbas y especias. Las llevamos al frigorífico y las dejamos un par de horas. Las podemos comer inmediatamente, pero de este modo estarán más frescas y habrán incorporado el sabor de nuestro aceite especiado.
- Emplatamos con rodajas de tomate por ejemplo, utilizamos el mismo aceite donde sumergimos las sardinas para aliñar y añadimos un poco de sal si es necesario.
Una receta muy, muy básica para que completéis con lo que más os guste.
(Os voy a reconocer que me pilló con el frigo casi vacío, por eso es tan austero… y sin embargo, resultó delicioso. Me hubiera gustado tener un poquito de cebolleta para añadir bien, bien picada).
El ajo tiene almidón
Según las «Tablas de composición de alimentos» de Olga Moreiras (entre otros), el ajo contiene almidón en una proporción de 20.7 g /100 g que es una cantidad considerable (una quinta parte de su peso).
Yo no he prescindido de él y creo que no me hace daño. Por lo general se toma en cantidades muy pequeñas. Acabo de pesar una cabeza de ajo morado no demasiado grande y pesa 42 gramos. Para un solo diente, la balanza oscila entre 2 y 3 g, así que añadiendo ese diente entero y comiéndonos todo lo que cocinemos con él, estaríamos consumiendo unos 0.5 g de almidón. Siendo un ingrediente tan juguetón, creo que se le puede perdonar…
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