Aunque no lo parezca, esto va de hormonas
Imaginaos un ecosistema en el que no molesten los humanos ni ocurra un suceso excepcional bestia. En modo muy simplificado, si en él viven conejos y su población empieza a crecer, van a suceder muchas cosas, pero resaltaremos dos.
- Cada vez lo tendrán más difícil para prosperar aquellas plantas de las que se alimenten los conejos.
- Cada vez lo tendrán más fácil las águilas, depredadoras del conejo.
Con el tiempo, escaseará la comida para el conejo y además se verá muy presionado por su depredador, que ante la abundancia de conejo también vio favorecida su población.
De esta forma, podemos deducir que tarde o temprano llegarán las vacas flacas para el conejo. Sin comida fácilmente accesible y con demasiados depredadores, verá mermada su población. Y de esta forma, se permite de nuevo que las plantas se recuperen, para dar de nuevo en un futuro próximo a un ciclo de abundancia para el conejo, que permitirá a su depredador reponerse de su penuria en ese momento.
Podría entenderse como un canon (musicalmente hablando), como un efecto dominó, una cadena… Pero en la realidad, aunque nos guste mucho pensar así, las cosas no son tan sencillas y lineales. Estas situaciones no afectan solo a tres protagonistas. Hay más animales, más plantas, microorganismos, el entorno, el clima… Se trata en realidad de una red de interrelaciones extensa y muy, muy compleja, que a pesar de todo (y gracias a ello), es capaz de mantener un cierto grado de equilibrio.
¿Y qué tiene todo esto que ver con las hormonas?
Como sucede en los ecosistemas, nuestro cuerpo tiende a buscar constantemente ese estado que posibilite la vida de la mejor forma posible, dentro del contexto en el que se desarrolle (fenómeno conocido como homeostasis).
Quizás se vea más claro si lo comparamos con una telaraña en la que se rompe o debilita un hilo. El resto deberán soportar mayor tensión para mantener la estructura y de este modo, la función de la red. En nuestro interior sucede algo parecido.
Si uno de nuestros ejes hormonales se altera durante el tiempo suficiente y la situación supera nuestra capacidad para retornarlo a la normalidad, acabará arrastrando consigo a los demás «sistemas» hormonales en mayor o menor grado, de un modo más o menos indirecto.
Conviene recordar que las hormonas forman parte de nuestra red de comunicaciones, y dirigen y regulan…
- el metabolismo
- el sistema inmune
- el crecimiento
- el desarrollo
- las respuestas de lucha o huida frente al estrés
- el ciclo de sueño y vigilia
- el deseo sexual
- la fertilidad
- la lactancia…
Dado que las hormonas afectan a multitud de tejidos, los síntomas pueden manifestarse en infinidad de formas.
Un ejemplo, las hormonas tiroideas
Focalizando en las disfunciones tiroideas, no tiene sentido abordarlas atendiendo sólo a la glándula ya sea suplementando nutrientes, con medicación o cirugía, porque rara vez la raíz del problema se circunscribe sólo a ella. El origen puede ser muy diverso y si se ha mantenido en el tiempo, otros ejes hormonales y sistemas se verán implicados y requerirán también atención si queremos mejorar nuestra salud. La medicación puede normalizar las analíticas con más o menos efectividad, pero eso puede no reflejarse en cómo se sienten los pacientes.
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